miércoles, 29 de junio de 2011

Fragmento de un prologo

...Vemos en  “Emma Zunz” (Jorge Luis Borges, 1949) la historia de una mujer que no solo tiene motivos, sino que usa su cuerpo como instrumento, como coartada.
Emma Zunz recibe una carta que le informa la muerte de su padre y este hecho es determinante para dar inicio a su venganza. La víctima, Aarón Loewentahl, era el causante de las desgracias de su familia. Emma Zunz se prostituye con un marinero extranjero. Se dirige a la fábrica de Aarón Loewentahl y lo asesina.
Vengativa y calculadora, Emma Zunz es una asesina diferente. Una asesina que se acuesta con un desconocido para generar una coartada y un móvil que la justifique. La más violenta de los asesinos, pero a su vez la más frágil. Nunca son tan peligrosas las personas como cuando se vengan de los crímenes personales. Comete un homicidio y de esa forma venga a su padre y su entrega, su humillación. Emma Zunz no es un eslabón más, sin ella la historia no sería contada. Aarón Loewentahl quizás seguiría vivo y el marinero en altamar.

Asesinos que desconocen a su víctima, homicidas que la conocen, y profesionales del crimen, todos ellos son engranajes, perfectamente reemplazables, pero indispensables para el funcionamiento de la maquinaria social. Una sociedad que no ofrece salidas ni alternativas. Destinos inexorables, donde el asesino y la víctima carecen de importancia.
Nada ata al criminal con su víctima, no hay pasión, ni móvil personal. El asesino no sabe, desconoce, ejecuta en total ignorancia, obedece órdenes, cumple objetivos. Carece de culpa y miedo. Nada escapa a este sistema, nadie deja de ser un engranaje.
¿Será acaso Nick la excepción, será el único que ante vislumbrar la realidad es expulsado del cuento o simplemente es otra forma de complicidad?

lunes, 27 de junio de 2011

En esto soy irreductible

No sé, me importa un pito que las mujeres tengan los senos como magnolias o como pasas de higo; un cutis de durazno o de papel de lija. Le doy una importancia igual a cero, al hecho de que amanezcan con un aliento afrodisíaco o con un aliento insecticida. Soy perfectamente capaz de soportarles una nariz que sacaría el primer premio en una exposición de zanahorias; ¡pero eso sí! -y en esto soy irreductible- no les perdono, bajo ningún pretexto, que no sepan volar. Si no saben volar ¡pierden el tiempo las que pretendan seducirme!


Oliverio Girondo

lunes, 20 de junio de 2011

día el que nos desconocimos

Cuando se nos pasó el efecto no podíamos mirarnos.
En silencio te fuiste.
Nunca más quiero ver a alguien tan desnudo.
Necesito una piel para abrigarme.
Andrea 1991